CIMENTAR LA PERSONALIDAD EN UN IDEAL.
La vida misma es todo un canto y tu mayor tesoro que debe de ser descubierto, y revelado desde el alba hasta la noche.
El mayor don que Dios nos ha regalado es la vida y de ella tenemos que hacer nuestra mejor consigna y nuestra mejor ofrenda, porque nada es vano es inútil; incluso los fracasos y errores son oportunidades para encaminar nuestros pasos.
¡Trabajemos por un ideal que equilibre nuestra personalidad, controle nuestra voluntad y nos impulse positivamente hacia la vida, en ocasiones tan conflictiva!
¡Un auténtico ideal nos libera, nos hace levantarnos de nuestras caídas, nos alienta en el camino tortuoso, nos lleva hacia la dirección adecuada, nos hace soportables nuestras renuncias con alegría e ilusión!
¡Si, el ideal unifica nuestra inteligencia, voluntad, sentimientos y nuestra propia libertad!