El
día 1 de Diciembre se celebra el DÍA MUNDIAL DEL SIDA con el lema
"IGUALDAD YA".
Esta jornada se conmemoró por primera vez
el 1 de diciembre de 1988, hace 30 años.
Fue elegido el 1 de diciembre debido a que fue diagnosticado
el primer caso de SIDA en este día precisamente.
La propuesta tuvo el apoyo de la Asamblea Mundial de la Salud y de
la Asamblea General de las Naciones Unidas, y pretende sensibilizar sobre
la importancia de la infección por VIH, de sus consecuencias y de la necesidad
de incrementar las medidas para frenarla.
De acuerdo con el análisis elaborado por las Naciones Unidas antes de la conmemoración del Día Mundial del Sida, son las desigualdades las que están impidiendo poner fin al sida.
Según ONUSIDA (Programa conjunto de las Naciones Unidas contra el Sida) unas 76,1 millones de personas han resultado infectadas con el VIH en el mundo, y alrededor de 35 millones de personas han muerto por esta causa desde el comienzo de la epidemia.
Según
los datos más recientes del Programa Conjunto de las Naciones Unidas sobre el
VIH/SIDA, 36,7
millones de personas vivían con el VIH en 2016 en todo el mundo. Es decir, personas que tienen el virus, pero que aún no han
desarrollado la enfermedad y para quienes es importante el uso de los
retrovirales.
A veces se presenta a la Iglesia Católica como enemiga de los enfermos del Sida, y eso no es cierto. Se calcula que la Iglesia Católica atiende a uno de cuatro enfermos de Sida en todo el mundo. La Iglesia Católica es la institución que más hace por las víctimas, atendiendo a uno de cada cuatro enfermos en todo el mundo.
ONUSIDA colabora estrechamente con
la Iglesia Católica y la Santa Sede en los objetivos en común, como la
eliminación de las nuevas infecciones por el VIH entre los niños y el
incremento del acceso a las pruebas y el tratamiento pediátricos. E insta
a abordar las desigualdades que están frenando el progreso para poner fin al
sida.
El año 2013, en la Jornada
Mundial de la lucha contra el SIDA, el Papa Francisco, después de la oración
del Ángelus, dirigió este mensaje: "Expreso mi cercanía a las
personas que están afectadas, especialmente a los niños", y precisó que se
trata de "una cercanía que es muy concreta a través del empeño silencioso
de tantos misioneros y operadores". Y pidió que "recemos por todos,
también por los médicos y los investigadores". Y concluyó solicitando que
"cada enfermo, ninguno excluido, pueda acceder a las curaciones que
necesita".
En el año 2021, el Papa agradeció a los numerosos sacerdotes, monjas y laicos que ayudaron a los enfermos del Sida y VIH, incluso a costa de sus vidas, en los años 80 y 90, cuando la epidemia de este virus era aún desconocido y tenía una tasa de mortalidad de casi el 100%.
El Papa Francisco
señalaba el agradecimiento: “Gracias por iluminar la vida y el testimonio de
los numerosos sacerdotes, religiosos y laicos que han elegido acompañar, apoyar
y ayudar a sus hermanos y hermanas que sufren el
VIH y el Sida con gran riesgo para su profesión y reputación”.
Continuaba el Papa que “en
lugar de la indiferencia, la alienación e incluso la condena, estas personas se
han dejado conmover por la misericordia del Padre y han permitido que ésta se
convierta en la obra de su propia vida; una misericordia discreta, silenciosa y
oculta, pero capaz de sostener y devolver la vida y la historia a cada uno de
nosotros”.
No olvidemos un
dato para subrayar la cercanía del Papa Francisco a estos enfermos. Cuando
todavía era Arzobispo de Buenos Aires, durante la celebración del Jueves Santo
en el año 2008, lavó los pies a doce enfermos del Sida.
En los últimos años, con el impulso del Papa Francisco, esta ayuda
caritativa y de amor al prójimo ha ido en aumento, lo que convierte a la
Iglesia en una de las instituciones más importantes a nivel mundial en este
tema.
Según ONUSIDA debemos comprometernos a:
-Aumentar la disponibilidad, la calidad
y la idoneidad de los servicios para el tratamiento, las pruebas y la
prevención del VIH, para que todas las personas reciban la atención que
precisan.
-Reformar las leyes, políticas y
prácticas para abordar el estigma y la exclusión a los que se enfrentan las
personas que viven con el VIH, los grupos de población clave y las poblaciones
marginadas, de modo que todo el mundo sea respetado y bienvenido.
-Garantizar el intercambio de tecnología
para permitir un acceso igualitario a la mejor ciencia para el VIH, tanto entre
las comunidades como entre el sur y el norte del mundo.
-Las comunidades podrán utilizar y
adaptar el mensaje «Igualdad Ya» para resaltar las desigualdades particulares a
las que se enfrentan y promover las acciones necesarias para abordarlas.
El lazo rojo es un símbolo mundial para la solidaridad con las personas
positivas y con aquellos que conviven con el SIDA y apoyo mutuo. De este modo
se pretende aumentar la conciencia pública en la prevención y tratamiento del
SIDA.
Pidamos
en este día la erradicación eficaz de la enfermedad del Sida, reclamando
un acceso de los enfermos a los tratamientos que necesitan
accesibles, especialmente en África, y, sobre todo, como señalaba el Papa
San Juan Pablo II, con motivo de la Jornada Mundial del enfermo 2005, “que para
combatir el SIDA de modo responsable es preciso aumentar su prevención mediante
la educación en el respeto del valor sagrado de la vida y la formación en la
práctica correcta de la sexualidad.
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