El día 25 de Noviembre se celebra el DÍA
INTERNACIONAL PARA LA ELIMINACIÓN DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER, jornada que busca sensibilizar y
denunciar las acciones violentas contra las mujeres.
El
17 de Diciembre del 1999, la Asamblea de las Naciones Unidas designó el 25 de
Noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la
mujer.
Se eligió esta fecha para conmemorar el violento asesinato de las hermanas Mirabal (Patria, Minerva y María Teresa), tres activistas políticas asesinadas el 25 de noviembre de 1960 en manos por la policía secreta del dictador Rafael Trujillo en la República Dominicana.
La Asamblea General de la ONU, en 1993, definió la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
La violencia contra las mujeres es un problema que tiene un alcance mundial: la OMS estima que una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual en el trascurso de su vida. .
Según Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la violencia de género nace de normas perjudiciales, abuso de poder y desigualdad de género. Se trata de un problema de salud y protección que pone en riesgo la vida.
Se estima que una de cada tres mujeres sufre de violencia física o sexual en el trascurso de su vida. A su vez, ACNUR afirma que la violencia de género puede ser de tipo sexual, físico, psicológico y económico, y puede darse tanto en espacios públicos como privados. Las amenazas, la coerción y la manipulación son también formas de violencia de género.
La violencia contra las mujeres y las niñas se manifiesta de forma física, sexual y psicológica. Incluye los siguientes supuestos:
1.- Violencia por parte de un compañero sentimental (violencia física, maltrato psicológico, violación conyugal, feminicidio).
2.-Violencia sexual y acoso (violación, actos sexuales forzados, insinuaciones sexuales no deseadas, abuso sexual infantil, matrimonio forzado, acecho, acoso callejero, acoso cibernético).
3.-Trata de seres humanos (esclavitud, explotación sexual).
4.-Mutilación genital femenina (practicada en ciertas comunidades y culturas, asociada con creencias religiosas).
5.-Matrimonio
infantil (niñas obligadas a contraer matrimonio en contra de su
voluntad).
La valoración
de la mujer como un ser humano auténtico con sus derechos y deberes en la
sociedad, igual que el hombre, se ha convertido en uno de los más grandes
logros del movimiento feminista.
Además, la incorporación en puestos de responsabilidad en la vida pública y
social es uno de los grandes triunfos de la mujer en la sociedad, más allá de
su puesto tradicional en el hogar como ama de casa, esposa y madre.
La dignidad y la igualdad de la mujer en relación al hombre se consideran en nuestra cultura occidental, también a los ojos de la iglesia católica, impulsada por el Concilio Vaticano II, una conquista y un “signo de los tiempos”. Y esta dignidad e igualdad de la mujer en nuestra sociedad, implica la erradicación de la violencia contra las mujeres.
Para la fe cristiana, la mujer tiene una dignidad y una importancia especial. En primer lugar, cree que en María de Nazaret, una mujer, se produce la Encarnación del Verbo y se hace uno con nosotros.
En la tradición
bíblica, la dignidad de la mujer y su igualdad esencial con el hombre es
subrayada de manera potente. Relata el libro del Génesis que el ser humano, “hombre
y mujer”, ambos fueron creados por el Creador a su imagen y semejanza.
Jesús de Nazaret viene a confirmar y a
subrayar de forma increíble esta visión profunda de la tradición bíblica. En
efecto, tal y como lo presentan los Evangelios canónicos, Jesús fue un
auténtico impulsor de la dignidad de la mujer.
Jesús mostró una actitud de respeto y
atención hacia las mujeres, que fue revolucionaria e inaudita en su tiempo. En los Evangelios, Jesús, en su vida
pública, se encuentra con mujeres que sufren enfermedades y sufrimientos,.. y
las atiende con su poder sanador (la mujer poseída, la suegra de Simón, la hija
de Jairo, la viuda de Naím…). También reciben atención las que se hallan en
exclusión y rechazo social (la mujer que sufría hemorragias, la samaritana, la
mujer sorprendida en aldulterio, la “pecadora pública” que lava sus pies…)
También las mujeres son frecuentemente
protagonistas de parábolas que expresan ideas fundamentales sobre su
predicación y mensajes sobre el Reino de Dios (las vírgenes sensatas, la pobre
viuda que echa limosna en el cepillo del Templo...)
También Jesús cuestiona profundamente la
discriminación y el maltrato que sufre la mujer en la sociedad de su tiempo,
rechazando la legislación que autorizaba el divorcio masculino unilateral,
defendiendo la igualdad de los esposos, denunciando el deseo de tratar a las
mujeres como objeto de placer (“quien mira a una mujer deseándola, ya ha pecado
en su corazón”) y haciendo visible la hipocresía social que culpabilizaba a
menudo las mujeres de los actos adúlteros (“quien esté libre de pecado que tire
la primera piedra”).
Es más, numerosas mujeres son seguidoras
de Jesús y lo acompañan en su vida pública. En definitiva, ellas permanecen
fieles hasta la muerte de Cruz, cuando los demás lo abandonan y huyen.
El Papa Francisco, en la Exhortación apostólica Amoris Laetitia, afirmaba con rotundidad de que “aunque hubo notables mejoras en el reconocimiento de los derechos de la mujer y en su participación en el espacio público, todavía hay mucho que avanzar en algunos países. No se terminan de erradicar costumbres inaceptables. Destaco la vergonzosa violencia que a veces se ejerce sobre las mujeres, el maltrato familiar y distintas formas de esclavitud que no constituyen una muestra de fuerza masculina sino una cobarde degradación…” y continúa el Papa, en el mismo documento, que “la violencia verbal, física y sexual que se ejerce contra las mujeres en algunos matrimonios contradice la naturaleza misma de la unión conyugal. Pienso en la grave mutilación genital de la mujer en algunas culturas, pero también en la desigualdad del acceso a puestos de trabajo dignos y a los lugares donde se toman las decisiones…” (AL 54).
El Papa Francisco pide rezar por las mujeres que son víctimas de la violencia, ya sea “psicológica, verbal, física o sexual”, “para que sean protegidas por la sociedad y para que su sufrimiento sea considerado y sea escuchado por todos”. Señala el Papa que esta realidad es una “cobardía y una degradación para toda la humanidad”.
El P. Frédéric Fornos S.J., Director Internacional de la Red Mundial de Oración del Papa, hizo la siguiente observación sobre esta intención: “La llamada del Santo Padre es muy clara: ‘No podemos mirar para otro lado’. Es decir, no podemos quedar de brazos cruzados ante tantos casos de violencia contra las mujeres, que se manifiesta de múltiples formas, desde lo más visible e incalificable a lo más insidioso e inconsciente; en todos los casos, como producto de esquemas mentales y paradigmas culturales y sociales arraigados, que las desvalorizan. Es lo que vemos en el Evangelio, por ejemplo, en el pasaje de la mujer adúltera, que era acusada por todos, pero a quien Jesús da una vida nueva (Juan 8, 2-11). La violencia contra las mujeres en todas sus formas es un grito al cielo. Francisco lo dijo varias veces: ‘Toda violencia infligida a la mujer es una profanación de Dios, nacido de una mujer. La salvación para la humanidad vino del cuerpo de una mujer: de cómo tratamos el cuerpo de la mujer comprendemos nuestro nivel de humanidad’. Recemos juntos por todas las mujeres víctimas de violencia, incluidas las niñas y adolescentes, y luchemos por una sociedad más justa, para que las proteja, las escuche y alivie su sufrimiento”.
Pidamos con fuerza que se cree una gran conciencia para defender la dignidad y los derechos de las mujeres, combatiendo esta violencia, física y psicológica, fundamentalmente en la escuela y en los hogares.
Como Iglesia Católica, denunciamos la
violencia que se ejerce sobre las mujeres en todo el mundo y reclamamos el fin
de la violencia contra las mujeres, al tiempo que pedimos políticas públicas
para su erradicación y prevención.
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